sábado, 10 de septiembre de 2011

Comer a ciegas; una experiencia puramente sensorial

El restaurante pionero de la experiencia en servir una cena a oscuras de categoría con varios platos de maridaje fue el Blindekuh, en Zurich, al que siguieron otros entusiastas bistró`s en ciudades como Berlín, Viena, Londres y París.
En nuestra vida cotidiana una cena de categoría es acompañada a media luz con velas, pero en el "Teatro ciego", nada hay de eso, sólo rige una advertencia “Apaguen sus celulares, caminen despacio o griten ¡¡auxilio, socorro, mamá!!” cuándo dice uno de los integrantes del elenco antes de entrar en la sala, para distender el ambiente que la oscuridad hace inquietante para quiénes estamos acostumbrados a ver con luz.
En Buenos Aires el Centro Argentino del Teatro Ciego ubicado en el Abasto ofrece una propuesta gourmet a oscuras donde todo se toca suavemente aguzando el sentido con matices sensoriales, que experimentará el espectador cuando perciba las melodías que inunden el ambiente tocadas en piano por un ciego, Carlos Cabrera para introducirnos en el espectáculo llamado "A ciegas con luz" que acompañan Graciela Pereyra en clarinete y Martín Bondone en saxo.

En el lobby del teatro para ingresar a la sala se indican las directivas con voces amenas y confiables que tengamos calma para recibir la oscuridad, entramos con las manos en el hombro del delantero en fila india, guiado por un mozo lazarillo hasta reubicarnos en las sillas de las mesas donde al sentarnos encotramos un plato rectangular, servido con una copa redonda (a modo de reloj) para la bebida a elección y una panera para acompañar a degustar lo preparado por el chef Javier Aldape, que diseñó un menú de cinco pasos para comerse con los dedos de izquierda a derecha, todo identificado por suave tacto de mano con servilleta de por medio donde cada bocado al paladar es una intriga para ir descubriendo algún sabor olvidado. Los primeros 5 minutos a oscuras se viven con ansiedad de sensación claustrofóbica, que una vez superada, la distención nos provocan los sonidos que nos introducen imaginar la retrospectiva de viejos tiempos que reconoceremos sensorialmente con aroma a café en una experiencia diferente con el juego de los sentidos, que se mantiene durante una hora y media que dura el espectáculo musical. Después de algunos minutos de risas contenidas y poca conversación con algún grito para significar que aún se está ahí, el agujero negro intenso se llena con la voz diáfana de la cantante Luz Yacianci que va circunvalando la sala dimensionando su canto con un variado repertorio hasta nuestro tiempo, con "Balada para un loco" y "Cambalache" donde todos los comensales lo hacen suyo a coro, con sugestivo aroma a rosas y en otros momentos en el ambiente se huelen, a lavanda y jazmines ya con más animada alegría entre los invisibles comensales.
En la oscuridad los momentos del comer se ralentan, el cuerpo se relaja y los sabores se intensifican para reconocer cada bocado y poder apreciarlo más tiempo, así las parejas se descontraen en una conversación a tientas que sobrevive con la sensación como un acto ritual borgiano al dimensionar cada uno las ventajas de ser vidente.
La experiencia tiene una conclusión, agudizar al máximo los sentidos por una noche como así para otras ocasiones, "es como usar cambiando las medias del otro" y que una cita a ciegas serviría para cambiar ampliando la manera de pensar a la hora de comer más a menudo en nuestra vida cotidiana, donde cada uno le pondrá su toque surrealista como quiera y guste.

No hay comentarios: